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Creo que no hay una sola cosa con más estándares que la maternidad. La gente espera a la ama de casa perfecta, con una casa siempre limpia, con la ropa lavada y planchada al día, la cena preparada a su hora, la compra hecha y, todo eso, además con una agradable sonrisa en la cara ¡por supuesto!
Se espera que estés en forma, delgada y optimista. Las madres debemos ser estables, emocionalmente estables, un humor estable, y por supuesto, sin ojeras ¡no señor, eso no!. Nuestros hijos deben llevar la ropa a la última, bien peinados, con los zapatos de marca más chulos. ¡¡Pero espera!! que además nuestros hijos también deben ser los más educados, comportarse, deben ser perfectos. Por supuesto, un matrimonio perfecto y un hogar perfecto.
Todas estas expectativas acaban disminuyendo nuestra autoconfianza y nos llevan a cuestionarnos como madres. No me extraña nada que haya miles de mujeres en el mundo que desarrollen una depresión postparto.
Tenemos escritas a fuego en la retina, las fotos de las famosas que parecen en forma y perfectas después de dar a luz. ¿Nos olvidamos de que tienen millones para gastar en un entrenador personal? ¿O la comida recién hecha directamente en la mesa… que tampoco han puesto ellas? ¿O la mejor niñera que prácticamente cría a sus hijos? ¿O el terapeuta más caro para mediar en su matrimonio?
Lo Que no te Dicen Sobre la Maternidad
Olvídate de lo que la gente piense de ti, es imposible complacer a todos. ¿Y además, por qué ibas a complacer a nadie? No es asunto de los demás cómo crías a tus hijos o si decides volver a trabajar. A nadie le importa qué religión elijas para tu hijo o si no eliges ninguna, siempre y cuando sepas que le estás enseñando respeto y bondad hacia los demás.
Debes hacer lo mejor para ti y tu familia. ESO es la maternidad. Aceptar lo que tienes y trabajar con lo que tienes. No tienes que impresionar a la sociedad, tienes que hacer lo correcto, lo que te hace sentir bien y lo que hace felices a ti y tu familia.
Algunas de nosotras lo tenemos más fácil, algunas somos supermamás legítimas que hacemos todo sin pedir ayuda. Pero no importa cuán grandes o pequeños sean nuestros problemas, nunca debemos ser criticados por lo que hacemos. Cada uno tiene su propia historia, sus propios problemas y no está de más pedir ayuda cuando se necesita. Deberíamos ser apreciadas desde todos los aspectos. Y tal vez algunas de nosotras podemos permitirnos una niñera o un entrenador personal, pero nadie es perfecto y merecemos ser aceptadas como mujeres, como madres.
Aprendí que, como madre de tres niños hay muchas formas de hacer las cosas. Y me encuentro cometiendo errores en el camino, lo cual es normal en la maternidad. Mejoramos como madres, aprendemos y nos convertimos en mejores y más fuertes maestras. Somos modelos a seguir y si queremos que nuestros hijos aprecien las cosas en la vida, debemos enseñarles que menos es más.
Vive el momento. Bromea y ríete y diviértete. Guarda tu teléfono y sal a jugar con ellos. Olvida lo que las redes sociales imaginan como la madre perfecta. Dales a tus hijos un helado de vez en cuando, elógialos cuando hacen bien la cosas y anímalos a ser lo mejor que puedan ser.
Haz lo mejor para tus hijos, lo mejor que puedas hacerlo, vive, descubre lo que realmente significa ser una gran madre. Deja de enfocarte en lo que no estás haciendo y concéntrate en lo que estás haciendo. Porque estás haciendo lo mejor que puedes y no necesitas probarlo.
Recuérdate a ti misma que tienes mucha suerte de ser quien eres y de tener los hijos que tienes. No mereces tener un día triste o caer en la pena por la opinión de los demás. Mira a tu alrededor y valora lo que tienes. Recuérdate a ti misma que eres positiva y aceptas lo que puedes y no puedes lograr como madre, como esposa, como ser humano. Sonríe y cree en ti misma porque no hay nadie mejor que tú para tus hijos. Nadie te dará una mejor maternidad que tu misma.
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