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Durante los próximos días tendrá lugar el Xantar 2019, una de las ferias de turismo gastronómico más importantes de nuestro país que este año cumple veinte años de historia. El evento, sin embargo, se suma a la larga lista de eventos y ferias de este tipo que protagonizan el mes de febrero. Nos estamos refiriendo desde al Fitur y el Madrid Fusión, hasta el Alicante Gastronómica, el Gastrofestival de la capital y las Jornadas Gastronómicas de la Galera, entre otros.
Un contexto que el comparador de seguros de salud Acierto.com ha aprovechado para analizar cómo influye la tradición culinaria de nuestras tierras en los niños españoles. Porque, ¿les gusta cocinar? ¿Qué beneficios tiene hacerlo para su salud? Según el último estudio de la entidad, aquellos que lo hacen no solo comen un 80% más de verduras, sino que se convertirán en adultos más sanos. Pero veamos por qué.
Cocinar les enseña a comer mejor
Para empezar, es un excelente modo de conseguir que coman de todo y que sientan curiosidad por probar nuevos alimentos, algo fundamental en el camino de enseñarles el gusto por la comida sana y variada, y que sentará las bases de su alimentación adulta.
Y no solo les ayudará cocinar sino hacer la compra y sentarse a la mesa junto a sus padres. Sí, porque todo esto les permitirá adquirir patrones alimentarios más saludables que mantendrán cuando crezcan. Contar con conocimientos culinarios también les permitirá organizarse mejor y ahorrar en la cesta de la compra cuando sean mayores.
Las cifras
En concreto, lo que dicen las cifras es que los niños que comparten rutinas culinarias con sus padres mantienen una dieta más variada y sana, y comen casi un 80% más de verduras, un 30% más de pollo y consumen una tercera parte de calorías. Además, cuentan con una autonomía mayor. Algo que no está nada mal si tenemos en cuenta las tasas de obesidad infantil que vienen manejándose durante los últimos años y que no dejan de aumentar a un ritmo disparatado.
Más beneficios de la cocina
Más allá de los beneficios relacionados con la nutrición, es obvio que cocinar es una actividad que une y que estrecha los vínculos familiares. Requiere concentración, trabajo en equipo, paciencia, esfuerzo y también responsabilidad si, por ejemplo, necesitamos dejar algo en el fuego haciendo chup-chup durante determinado tiempo. Además resulta entretenido y creativo. Otros puntos de responsabilidad tienen que ver con la limpieza y con la necesidad de arrimar el hombro a la hora de participar en las tareas de la casa. Enséñales a limpiar sobre la marcha y a ser multitarea.
Asimismo, favorece el desarrollo de sus destrezas psicomotoras y habilidades matemáticas como contar y medir -o distribuir el dinero de la compra-, así como la alfabetización -si leen las recetas con nosotros-. También les brinda la oportunidad de trabajar la memoria y les enseña a ser metódicos.
La salud se premia
Por otra parte, comer bien cuenta con una ventaja quizás menos obvia: que tiene premio en el seguro de salud. Sí, porque las aseguradoras consideran que aquellos clientes que se alimentan correctamente constituyen un riesgo menor para ellas -tienen menores probabilidades de contraer ciertas enfermedades-. Algunas, incluso, valoran si la persona es más o menos activa y cuentan con planes que recompensan a sus usuarios más deportistas. Lo logran, entre otros, gracias al empleo de wearables y dispositivos de monitorización de la actividad física.
Además, cabe comentar que las entidades de seguros también suelen poner dificultades a la hora de asegurar a pacientes con un índice de masa corporal alto, justo por la misma razón: porque son más propensos a desarrollar obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares y un largo etcétera que acabará saliéndole caro la compañía en términos meramente económicos.
A ponerse las pilas: escuelas de cocina y cocinillas caseros
Si quieres contagiarle a tu hijo la pasión por la cocina, existen varias opciones: hacerlo en casa o apuntarle a una escuela de cocina específica. Respecto a estas últimas, el mercado ofrece un amplio abanico de centros especializados, sobre todo en las grandes capitales. Hasta existen libros de cocina para peques -como Qué comemos hoy, de Ángels Navarro, y Pequeño Gran Chef, de Marian Montoro-. campamentos, y jornadas para familias -Educachef-. Pero vayamos con las escuelas.
En casa con toda la seguridad
Si finalmente optas por hacerlo en casa, no olvides tomar las medidas de seguridad necesarias. Ten en cuenta que la mayoría de accidentes infantiles se producen en el ámbito del hogar. Adapta las labores a su edad y no les dejes utilizar los cuchillos ni utensilios más peligrosos. Puedes plantearlo como un juego, con zonas prohibidas o similares que les resten “puntos”, sobre todo si tu peque es muy competitivo. Eso sí, incúlcales siempre las normas de seguridad antes, y evita hacerlo sobre la marcha. Las reglas del juego han de quedar claras.
Respecto a las tareas por franja de edad, te ofrecemos algunos ejemplos prácticos:
De 4 a 6 años: que casquen huevos y los batan, que pisen patatas o similares con el tenedor, que distribuyan la harina o mantequilla por un molde, que ensarten los trocitos de carne o fruta en una brocheta, que decoren dulces, que muelan con el mortero.
De 6 a 8: puedes dejarle pesar, exprimir cítricos, rayar pan, estirar masas, hacer figuritas, usar las tijeras, recoger los utensilios, guardarlos y secarlos.
Más adelante: emplatar, cortar con supervisión, usar manga pastelera, etcétera.
Dejando a un lado la cocina también es importante que llevemos a nuestros hijos a restaurantes (en los que, por supuesto, evitaremos pedir el menú infantil). La idea es que el peque se acerque de forma lúdica a nuevos ingredientes y que pruebe productos a los que no tiene acceso en casa de manera habitual.
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