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Así comienza una historia de bullying.
Él había sido un libro abierto todo el año. Alegre, feliz y lleno de historias divertidas sobre su vida en el cole, sus compañeros de clase. Me encantaba esperarlo para escuchar divertidas experiencias. Me contaba todos los detalles sobre los que había ocurrido en el colegio, las travesuras que se les habían ocurrido. De pronto cambió, así, de la noche a la mañana, sin más.
Algo pasó de pronto. Nuestras risas de cada día se convirtieron en silencios incómodos. Sus divertidas historias desaparecieron y mis preguntas se quedaban sin respuesta. Nuestro vínculo desapareció. Solíamos disfrutar nuestro tiempo mientras íbamos en coche al colegio, en vez de eso, los 20 minutos que pasábamos juntos se los pasaba evitando mirarme a la cara y contestando en monosílabos.
Pasó una semana, las cosas se fueron haciendo más incómodas entre nosotros, se volvió hostil y siempre estaba de mal genio con sus hermanos. Sabía que algo estaba pasando, pero él permaneció callado, no decía nada. Yo siempre procuraba terminar nuestras conversaciones con un: “Estoy aquí para ti si hay algo de lo que quieras hablar”.
Seguían pasando los días, una semana más. Le preguntaba de todas las maneras posibles si algo andaba mal. Mis preguntas eran abiertas, alegres, serias, frustradas, desesperadas, neutrales, inquisitivas, cómicas, lo que sea, de verdad que intenté hablar con él desde todos los ángulos imaginables.
Aproveché que tenía una reunión con su profesora sobre otro tema, para comentarle el cambio que estábamos percibiendo en él. Me dijo que en clase también había cambiado pero le estaba dando un tiempo por si era algo pasajero. Entre las dos decidimos vigilarlo desde los dos ángulos porque yo estaba segura de que algo había sucedido entre él y sus amigos.
Finalmente … FINALMENTE explotó la burbuja. Una de las tardes que fui a recogerlo, se metió en el coche como lo hacía siempre. Ese día, sin embargo, su cara estaba roja y sus ojos desbordados por las lágrimas que luchaba por contener.
-Mamá, el cumpleaños que ibas a montar para mí. No te molestes. No lo voy a celebrar.
Quería frenar, salir del coche, meterme en el asiento de atrás y abrazarlo, solo estar allí con él, meciéndolo. Os parecerá duro, pero este fue el gran avance que había estado esperando…
-¿Y eso cariño?
-No tengo amigos. ¡Ninguno! No me quieren, ¡ninguno me quiere a su lado!
Y entonces comenzamos a llorar, los dos, allí en el coche… el detrás y yo delante. Lo miré durante todo el camino por el espejo retrovisor mientras volvíamos a casa, no se cómo llegué, no recuerdo absolutamente nada del recorrido, sólo recuerdo su cara en el espejo.
Y cuando llegamos a casa, al entrar por la puerta, dejó caer su mochila y, sin más, me contó todo. Cada detalle de la intimidación verbal y emocional que había soportado durante casi CUATRO semanas. Las cosas habían ido yendo a más hasta que todos los niños de la clase, a excepción de unos pocos, cuchicheaban a sus espaldas, lo excluían, le decían cosas horribles y malas durante el recreo, en el baño, en el pasillo… en cada oportunidad que tenían.
Todo se hace visible: ¡Mi Hijo Sufre Bullying en el Colegio! Aunque ya lo suponías, aunque lo habías pensado cientos de veces… no te haces a la idea hasta que realmente lo ves por ti mismo. Muchas lágrimas después, abrazos, historias insoportables con detalles desgarradores conteniendo el aliento… mandamos un correo electrónico a su profesora y al director del colegio. La situación era mucho más grande de lo que podíamos manejar por nuestra cuenta.
Ahora ya ha pasado un tiempo de esta experiencia y conseguimos recuperar a nuestro dulce niño. El colegio manejó la intimidación rápidamente y con prontitud. Nuestra familia y el colegio trabajamos juntas como un equipo, lo cual no pasó desapercibido para nuestro hijo.
¿Cómo podemos manejar una situación de bullying contra nuestros hijos?
Primero, debemos recordar que hay muchos tipos de intimidación. Existe el acoso físico, el acoso verbal (insultos, llamadas, etc.) y luego el acoso emocional (difundir rumores, excluir intencionadamente a otros, etc.)
Si comienzas a ver signos, que pueden ser físicos (moretones, ropas rotas, cosas rotas), cambios emocionales (tristes, enfadados), cambios de acciones (evitando personas, eventos, lugares) o malestar después de usar su móvil u ordenador, pregunta qué está pasando.
Comprende que es posible que no quiera decírtelo al principio, y si ese es el caso, siéntete abierto y dile que estás allí si necesita hablar sobre ello.
Si algo te llama la atención.
- Haz preguntas. Es importante obtener la historia completa. Asegúrate de escuchar sin culpar (difícil de hacer cuando se trata de tu hijo). Descubre quién está involucrado en la historia. ¿Es esta la primera vez? ¿Cuántas veces ha sucedido?
- Una vez que tengas la información y determines que está ocurriendo el bullying, pregúntale qué ha hecho hasta ahora para abordar el acoso y trabajad juntos para determinar la mejor manera de proceder, dependiendo de la situación y el tipo de bullying que se esté produciendo.
- No le digas al niño que ignore el acoso o que se defienda físicamente.
- Como padres, tenemos que guiarlos sobre cómo lidiar con estas situaciones complicadas para que puedan comenzar a aprender cómo manejarlas por sí mismos de la manera correcta. Puede ser difícil tratar de dejar que nuestros hijos peleen sus propias batallas, pero es necesario.
- Necesitamos empoderarlos y enseñarles, porque estas habilidades les serán muy útiles durante toda su vida, cuanto antes comiencen a aprenderlas, mejor.
- Después de haber agotado las opciones para que el niño intente solucionar el problema por su cuenta, es hora de involucrarse más.
- Habla con el colegio y deja que ellos sean los mediadores.
- Manténte en comunicación con el cole y trabaja con ellos hasta que el bullying haya cesado.
- Luego, continua con un seguimiento periódicamente para asegurarte de que no ha vuelto a ocurrir.
No es fácil saber qué está ocurriendo, pero a la menor señal que veamos en nuestros hijos, debemos actuar, no dejarlo pasar y esperar que se solucione solo. Nosotros estamos ahí para ellos, siempre estamos ahí para lo que necesiten, nunca fallamos.
Stock Photos from Rehan Qureshi/Shutterstock
¡qué duro! no lo quiero ni pensar, los pelos de punta… claro que hay que estar atentos, y fundamental tener su confianza, que no se gana gratis, sino dedicándoles tiempo, cariño, hablando mucho con ellos, y escuchándoles.. ¡besos!
Es duro de pasar, desde luego y estar en el pellejo, no quiero ni pensarlo.
besos
Madre mía… Que duro, cuanta importencia debes sentir… Es una situación realmente terrible. Gracias por el toque de atención. Como bien dices, debemos estar siempre, alerta, siempre vigilantes y siempre abiertos para que nos cuenten. Y al menor signo, actuar. Un enoooooooorme abrazo!!
Uf, Lou. Yo es algo a lo que le tengo pánico, porque yo lo pasé muy mal en el colegio. Tuve la mala suerte de cruzarme con mucha gente que pagaba sus problemas conmigo. Y con los niños… además con el añadido de ser inmigrantes, me da bastante miedo.
Ahora ando un poco en tensión. A la mínima que el niño cuenta algo un poco raro me pongo alerta. Justo en este momento andamos a vueltas, porque tiene una relación amor-odio con un amiguito y a veces se siente incómodo o se pelean y hay días que no quiere ir a la guardería. Otros días todo es maravilloso y todos son sus amigos. Supongo que es lo normal, pero tenemos que aprender a gestionarlo todos.
Yo creo que aun es muy pequeño, pero sí, hay que estar alerta porque a la mínima te llevas un sustazo.
Un besazo
el de la historia lleva solo 4 semanas, el mío está así desde que empezó el colegio, y lo de celebrar cumpleaños el mío nunca les ha celebrado con ningún niño del colegio, cuando cumplió 4 años mandé un whatsapp al grupo del autobús para invitar a los niños y la típica que siempre está mandando fotitos y tonterías me contestó que dejara de molestar que el grupo no estaba para eso, nadie más dijo nada y por su puesto tampoco vino nadie, por lo menos se celebró con la familia, aunque al año siguiente ya movidas con la familia porque los tíos tenían mejores planes, aunque al final vinieron pero me pusieron tan de mala ostia que desde entonces me cojo al niño me voy a mi ciudad y lo celebro con mi familia que no ponen pegas y para que lo celebre con niños aunque sean más pequeños llamo a mis amigas de allí y lo celebro allí con niños ya que aquí no tenemos un solo amigo
Buenas acabo de leer la entrada, mi hija de 8 años está sufriendo una situación parecida con una niña en concreto de su clase, la intimidad, la excluye, no le deja hablar con las niñas de su círculo, y no estoy de acuerdo con que dejemos que ellos resuelvan sus problemas porque son muy pequeños, he hablado con su tutora y va a poner remedio, porque por ahí se empieza, la mía se defiende, pero es un acoso constante, todos los días sufro hasta que sale porque no se, si hoy le habrá dicho o hecho algo, gracias a Dios mi niña sigue siendo feliz, pero no recomiendo para nada que ellos solos gestionen ese tipo de situaciones.
Hola Beatriz
Quizá no has entendido con lo que he querido decir en cuanto a dejar q ellos intenten solucionar el problema, en ningún caso hay que dejar que hagan las cosas solos, siempre deben estar acompañados, la idea no es q gestionen sin supervisión, sino darles la oportunidad de intentar solucionar el problema por sí mismos para empoderarlos, evidentemente cada uno de nosotros conoce a su hijo y sabe si puede o no manejar una situación, para eso estamos nosotros ahí.
Un saludo