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Hace unas semanas, durante nuestra escapada a esquiar a Valdelinares, compartimos casa con amigos de toda la vida, tan de toda la vida que son como hermanos para mí, el caso es que mientras hacíamos la cena y los niños jugaban, empezamos a hablar de los períodos en nuestras vidas cuando nos sentimos mejor y más a gusto con nosotros mismos o al contrario, cuando sólo nos encontramos defectos y nos gustaría cambiar la mayoría de lo que somos (¡cómo si eso fuera posible!).
No soy una persona que se fije excesivamente en el aspecto exterior de los demás, tampoco soy de las que va maquillada, ni me preocupa en absoluto… creo que la última vez que me puse maquillaje en la cara fue en la boda de mi padre (hace más de 5 años); y sin embargo, me puse a pensar y me di cuenta de la cantidad de veces que puedo recordar que he tenido algún tipo “problema” con mi imagen. Dependiendo de la época en la que me he encontrado y de la etapa de mi desarrollo, he sido consciente de mí misma e incluso me he sentido muy insegura. Me encantaría que no fuera así y no tener que admitirlo, pero por desgracia, incluso en la edad adulta, al menos yo, lucho todos los días con la bestia que es la inseguridad.
He tenido 3 hijos, pero no ha sido hasta que tuve a mi hija, que me planteé que tenía que hacer todo lo posible para criar a una mujer segura de sí misma, al margen de las inseguridades que yo he tenido. Mi hija crece tan rápido que no me da tiempo a asimilarlo, cuando vuelvo la cabeza me doy cuenta de que su forma de ser, sus respuestas, han madurado un poco más y se que un día, no muy lejos de hoy, tendré a una mujer en casa, con todo lo que ello conlleva.
Intento que mis hijos crean en sí mismos, que sean buenas personas, empáticas y pendientes de los problemas de los demás, pero sin olvidarse de ellos mismos; el problema que veo con mi hija es diferente, es esa necesidad que tenemos las mujeres de ser siempre MÁS, todo es poco para nosotras, nos desvivimos como madres, vamos a trabajar y tenemos que ser más que un hombre para que nos paguen lo mismo e incluso menos, siempre con la cabeza alta, siempre “demostrando”… es muy cansado, mucho.
He leído todo lo que hay que leer acerca de cómo educar a una niña y que desarrolle el amor por ella misma, la seguridad en sí misma. Tuve la suerte de criarme con una mujer fuerte, luchadora y muy trabajadora, siempre pendiente de mí y de mi hermano, que tuviéramos lo que necesitábamos, una mujer maravillosa y muy segura de sí misma; siempre nos ha hecho sentir importantes y sin embargo… yo tengo mis inseguridades. Imagino que al final es imposible no tenerlas, juzgar nuestra propia apariencia, sobre todo en la adolescencia. Me encantaría saber de donde vienen esas inseguridades y poder proteger a mi hija de ellas ¿me entendéis? si supiese donde está el origen, podría trabajar sobre él, pero no lo encuentro, creo que es algo que llevamos dentro, unos más que otros, pero ahí está.
Mis Propias Inseguridades
El caso es que, mientras lucho esta batalla personal con mis inseguridades, mi hija va creciendo, se da cuenta que cuando me miro en el espejo levanto el pecho para que quede mejor con la camiseta, me ha escuchado decir que quiero estar más delgada, tener el pelo más liso, quitarme las arrugas que van apareciendo, este pantalón me queda fatal, el color de pelo no me gusta. Me encantaría decir que no ha oído ni visto todas esas cosas, pero mentiría, y me da rabia, porque no quiero que crezca pensando que eso es lo importante, quiero que sepa que en el mundo hay cosas que llenan más que el aspecto que tengamos, que las personas brillan más por lo que tienen dentro que por lo que pueden enseñar por fuera… pero me vuelvo a mirar al espejo, y vuelvo a decir, no me gusta el tono de piel hoy.
Mi marido dice que también ve las horas que voy a trabajar, cómo vuelvo del trabajo cansada después de una guardia interminable, incluso algún día llorando porque, aunque intento dejarme el hospital en la puerta, hay ocasiones en que no puedes evitar sufrir, incluso días. Ella ve que recojo la casa, me ocupo de los tres, los llevo a extraescolares, al parque, hago de maestra en casa, de enfermera, de cocinera, me levanto una hora antes para preguntarles la lección antes de irme a trabajar cuando tienen un examen, procuro que tengan siempre un rato al día para ellos solos con nosotros, de juegos, para hablar, lo que necesiten, pero a solas. Es cierto que me desvivo por mis hijos y soy feliz así, y espero que ella valore todo eso, que también forme parte de su aprendizaje y no sólo se fije en mis inseguridades, para que en el futuro sea una mujer mucho mejor que yo.
Soy consciente de que no puedo ocultar todo a mi hija, cada vez es más mayor y se da más cuenta de las cosas que ocurren a su alrededor, pero pienso que sí puedo hacer un esfuerzo por preocuparme menos de mis inseguridades y demostrarle que hay cosas que merecen la pena más que un reflejo en el espejo. Intento inculcarle los fundamentos básicos de la autestima y la seguridad en su interior, para mí es extremadamente importante que se acepte como es y tratar de hacer de ella una niña más feliz, una joven más segura y una mujer más completa.
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He acabado llorando como una tonta, me he sentido muy identificada con lo que dices. Yo tengo dos niñas y la mayor en unos meses cumplirá 9 años, como dices dentro de nada tendré una mujer en casa, y yo también quisiera poder buscar ese rincón donde crecen las inseguridades.
¡Qué difícil va a resultar esto! ¿verdad? parecía que lo complicado era tenerlos seguros de bebés y ahora es cuando comienza de verdad la maternidad completa.
Besos
Qué palabras tan bonitas pero duras a la vez!! Yo también me hago este tipo de reflexiones, mi hija mayor es igualita a mi de pequeña y todo el mundo se lo dice y yo creo que esto ha influido en que quiera ser tan, tan parecida a mi que hasta me imita posturas, gestos… supongo que es normal que todas las niñas idealicemos a nuestras madres, pero según vamos creciendo vamos distinguiendo la realidad de lo que era imaginación fruto de la inmadurez de un niño… Así que no te agobies, lo estás haciendo genial y de igual manera que tú valoras todo lo que hizo tu madre por ti, ella lo hará el día de mañana!!! Un beso!!!
Sí, imagino que sí, pero me da mucha rabia no ser capaz de eliminar del todo mis inseguridades porque pronto tendré que intentar que ella lo haga ¡qué difícil! jajajja
Gracias por tu opinión